sábado, 2 de agosto de 2025

La ciudad de Nueva York todavía se recupera del impacto, y mientras las autoridades buscan respuestas, una línea de investigación poco común ha tomado el centro del escenario. Más allá de los motivos tradicionales, los forenses ahora miran directamente dentro de la mente del autor del tiroteo, con la esperanza de que su cerebro revele un secreto que podría explicar lo inexplicable. La pregunta principal que guía la autopsia es si padecía una condición degenerativa conocida como encefalopatía traumática crónica, o CTE.

¿Qué es la encefalopatía traumática crónica (CTE)?

Para muchas personas, la CTE es un término asociado casi exclusivamente con atletas de alto impacto, como boxeadores o jugadores de fútbol americano. Se trata de una enfermedad cerebral que empeora con el tiempo, causada por recibir golpes repetidos en la cabeza. Estos impactos, acumulados durante años, pueden provocar la muerte de células cerebrales, lo que desencadena una serie de problemas graves que afectan el comportamiento y la personalidad de un individuo.

El análisis del cerebro en busca de CTE no es algo que se pueda hacer en una persona viva; solo una autopsia puede confirmar su presencia. Los médicos estudian el tejido cerebral bajo un microscopio, buscando una acumulación anormal de una proteína llamada tau. Esta proteína es la huella digital que deja la enfermedad y la prueba definitiva de que una persona la padecía.

La conexión entre la violencia y los traumas cerebrales

Lo que hace que esta investigación sea tan crucial es la conocida relación entre la CTE y ciertos cambios de conducta. Las personas que han sufrido esta condición a menudo muestran síntomas como una agresividad descontrolada, impulsividad, depresión severa y paranoia. Estos no son simples cambios de humor, sino transformaciones profundas en la personalidad que pueden llevar a una persona a actuar de maneras que nunca antes lo hubiera hecho.

Por esta razón, los investigadores están considerando seriamente la posibilidad de que la violencia desatada por el pistolero no fuera un acto de maldad pura, sino la consecuencia trágica de un cerebro dañado. Si se confirma la presencia de CTE, se abriría un nuevo debate sobre cómo los traumas físicos en la cabeza pueden ser un factor determinante en actos criminales violentos, una conexión que hasta ahora ha sido poco explorada en casos fuera del ámbito deportivo.

Un estudio que podría cambiarlo todo

El equipo de la oficina del médico forense está llevando a cabo un análisis detallado que va más allá de un procedimiento estándar. El estudio del cerebro del pistolero se ha convertido en una pieza central del caso. Determinar si existía esta patología podría cambiar fundamentalmente la narrativa de por qué ocurrió la tragedia, moviendo el foco de una cuestión puramente de seguridad a una de salud pública y neurología.

Esta autopsia cerebral es una de las pocas que se realizan con este enfoque específico en un caso criminal de tan alto perfil. Los resultados podrían tardar semanas o incluso meses, pero la espera es vista como necesaria. Lo que se descubra podría no solo ofrecer una explicación a las familias de las víctimas y a una ciudad conmocionada, sino también sentar un precedente para futuras investigaciones criminales en todo el país.

El hallazgo de CTE en el autor del tiroteo de Nueva York no justificaría sus acciones, pero sí podría proporcionar un contexto vital. Podría llevarnos a preguntarnos cuántas otras personas podrían estar en riesgo y cómo la sociedad puede identificar y ayudar a quienes sufren en silencio los efectos de lesiones cerebrales pasadas. Por ahora, todo depende de lo que los científicos encuentren en el tejido silencioso de un cerebro que dejó un rastro de destrucción.

Fuentes: El Diario NY, CNN

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