

El alza precios del pollo se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para vendedores y consumidores, quienes ven cómo el costo de uno de los alimentos principales de la canasta básica no para de subir. La situación ha llegado a un punto crítico en diversos barrios, donde el precio de la libra de pollo procesado ya supera los cien pesos, una cifra que golpea directamente el presupuesto familiar y reduce las ganancias de los pequeños negocios.
La Realidad de los Comerciantes de Pollo
Los testimonios de quienes están en la primera línea de venta reflejan una preocupación creciente. Los comerciantes de pollo se encuentran en una posición difícil, atrapados entre los altos costos que les imponen sus suplidores y las quejas constantes de una clientela que ya no puede pagar lo mismo. Cristina Rojas, quien atiende una pollería en el sector de Cristo Rey. Según sus palabras, el precio del pollo vivo pasó de rondar los 75 y 78 pesos a venderse entre 83 y 85 pesos la libra.
¿Cuánto Cuesta una Libra de Pollo Hoy?
Esta escalada de precios significa que, una vez procesado, el producto final llega al consumidor a un costo que varía entre los 100 y 105 pesos por libra. Este aumento no es una decisión de los vendedores de los mercados, sino una consecuencia directa del precio que reciben de las granjas. Muchos comerciantes aseguran que apenas están obteniendo un margen mínimo de ganancia, y en algunos casos, prefieren sacrificar sus beneficios para mantener el flujo de clientes y evitar que el producto se les dañe.
El problema, según detallan los propios vendedores, se origina en las granjas avícolas, que son las que han elevado el costo del pollo en pie. Este incremento se traslada en cadena hasta llegar al plato de miles de personas. La situación genera un ambiente de tensión en los puestos de venta, donde los dueños deben explicar una y otra vez que el alza no depende de ellos, mientras ven cómo sus ventas diarias van disminuyendo poco a poco.
Para el ciudadano común, el alza precios del pollo representa una reducción en su capacidad de compra. Las personas que antes llevaban varias libras para la semana ahora se ven obligadas a comprar menos cantidad o a buscar otras alternativas más económicas.
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