martes, 16 de diciembre de 2025



Susie Wiles Vanity Fair: La entrevista que sacude la Casa Blanca y rompe el silencio
Susie Wiles: La entrevista que nadie esperaba y que hoy sacude a Washington.

Ocurrió rápido.

Muy rápido.

Y cuando la gente reaccionó dentro del Ala Oeste, el daño ya estaba hecho y la narrativa corría sin control.

Susie Wiles, la jefa de gabinete que construyó su reputación operando desde las sombras, decidió hablar. Y no fue una charla casual. Fue un perfil extenso, crudo y grabado, que ha dejado a Washington preguntándose si esto es una estrategia maestra o un error de cálculo histórico.

¿Por qué ahora?

Esa es la pregunta que resuena en los pasillos del poder. Nadie en el entorno republicano entiende cómo se permitió que esto sucediera.

Grabaciones, críticas y una "personalidad alcohólica"

La Susie Wiles que aparece en el nuevo perfil de Vanity Fair no se parece a la figura reservada que muchos conocen.

Chris Whipple, el autor de la pieza, no escribió esto basándose en rumores. Según confirmó a medios estadounidenses, el reportaje se sostiene sobre 11 entrevistas en profundidad realizadas durante el último año.

Todo está grabado.

El acceso fue extraordinario. Y las palabras de Wiles, directas como un disparo.

Lo que más ruido ha generado no son solo las críticas a sus subordinados, sino la descripción quirúrgica que hizo de su propio jefe. Wiles describió al presidente Donald Trump como alguien con una "personalidad de alcohólico".

La frase congeló a muchos.

Trump es conocido por no beber alcohol. Su aversión a la bebida es pública y data de la trágica lucha de su hermano contra el alcoholismo. Sin embargo, la reacción del presidente fue igual de sorprendente que la declaración misma.

Lejos de enfurecerse, Trump validó la descripción ante otro medio poco después: "Tiene razón. Tengo una personalidad obsesiva y adictiva".

Pero la indulgencia del presidente no se extendió al resto del Partido Republicano, que vio cómo Wiles disparaba contra figuras clave en un momento de extrema fragilidad política.

A la fiscal general Pam Bondi la acusó de haber "fracasado por completo" en el manejo de los archivos de Epstein.

Al vicepresidente J.D. Vance lo etiquetó, sin rodeos, como un "teórico de la conspiración" desde hace una década.

No hubo filtros.

El desconcierto interno: "¿En qué estaba pensando?"

Mientras los titulares explotaban en las redes, dentro de la Casa Blanca el ambiente pasaba de la incredulidad al enojo contenido.

Fuentes internas, que hablaron bajo condición de anonimato por miedo a represalias, describieron la situación como "extremadamente desmoralizadora".

Uno de los funcionarios fue tajante al expresar su confusión: "¿Por qué Vanity Fair? ¿Por qué harían algo así? Nunca se han portado bien con nosotros".

Para los veteranos de Washington, la cooperación total del Ala Oeste con un medio históricamente crítico es inexplicable. Wiles es vista como una operadora política de élite, alguien que entiende los medios mejor que nadie.

"Susie es increíblemente astuta", comentó un republicano de alto nivel familiarizado con la lógica interna de la administración. "Sabe exactamente lo que significa hablar 'en segundo plano' y 'extraoficialmente'. Esto fue intencional".

Esa es la teoría que más inquieta a los aliados: que no fue un desliz.

Fue un mensaje.

La entrevista llega en el peor momento posible. La administración enfrenta una tormenta perfecta: el desempleo sube, la aprobación de Trump baja y el miedo a una guerra terrestre en Venezuela crece entre la base conservadora.

A esto se suman derrotas legales recientes y la presión del Congreso para publicar los archivos de Epstein. La sensación general es que los eventos están controlando a la Casa Blanca, y no al revés.

Y en medio de este caos, la jefa de gabinete decide abrir las puertas de su oficina a un periodista durante un año entero.

"Hasta ahora... ¿Qué demonios?", se limitó a decir otra fuente cercana al círculo presidencial.

La respuesta oficial frente al pánico privado

Públicamente, la orden fue cerrar filas.

Nadie se atrevió a criticar a Wiles en cámara. Donald Trump Jr. salió rápidamente a calificarla de "eficaz y confiable". Russ Vought, director de la OMB, la llamó "excepcional".

Incluso J.D. Vance intentó desactivar la bomba con humor desde Pensilvania. Al ser consultado sobre el comentario de que es un teórico de la conspiración, bromeó diciendo que solo cree "en las teorías de conspiración que son ciertas".

Sus aliados insisten en que son "bromas internas". Dicen que Wiles tiene un sentido del humor seco que no se traduce bien en papel.

Pam Bondi, acusada de incompetencia en el tema Epstein, tuvo que recurrir a las redes sociales para llamar a Wiles una "querida amiga" y asegurar que cualquier intento de dividir la administración fracasará.

Pero la defensa oficial choca con la realidad de los mensajes de texto privados que circulan entre los republicanos de la ciudad.

"La honestidad no siempre es la mejor política", señaló un estratega republicano. La comparación con jefes de gabinete anteriores es inevitable. Mark Meadows o Mick Mulvaney habrían sido despedidos fulminantemente por mucho menos.

Wiles, sin embargo, parece intocable.

Karoline Leavitt, secretaria de prensa, intentó culpar al mensajero. Calificó el artículo de "periodismo deshonesto" y acusó al autor de sacar las palabras de contexto y omitir las defensas que otros hicieron de la administración.

Wiles misma respondió en la plataforma X, llamando al perfil un "artículo tendencioso y malintencionado" que busca crear una narrativa de caos.

Pero hay un detalle que Chris Whipple, el autor, se encargó de resaltar tras la reacción de Wiles: ella no negó los hechos.

"Ningún hecho del artículo ha sido cuestionado", dijo Whipple.

Se quejan del tono. Se quejan del sesgo. Pero nadie ha dicho que las citas sean falsas.

¿Quién tiene realmente el control?

Lo que queda en el aire no es si Susie Wiles sobrevivirá a esto. El propio Trump dijo al New York Post que ella ha hecho un "trabajo fantástico" y conserva su confianza total.

La verdadera duda es qué señal envía esto sobre la disciplina de la Casa Blanca.

Si la persona encargada de mantener el orden es la fuente principal de las filtraciones más dañinas, ¿qué queda para el resto del equipo?

La percepción de que Wiles se siente con el derecho de hablar con tanta libertad sugiere que su poder rivaliza, e incluso supera, al de cualquier otro funcionario en la historia reciente del Ala Oeste. Ella sabe que el presidente la respalda, pase lo que pase.

La pregunta ahora no es si habrá consecuencias para ella.

La pregunta es qué vendrá después, y si alguien más en la administración se atreverá a hablar ahora que la jefa ha roto todas las reglas no escritas del silencio.

Por ahora, en los pasillos de Washington, nadie se atreve a responder. https://enminutos.net/susie-wiles-entrevista-vanity-fair-escandalo/

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